jueves, 25 de abril de 2024

26 de abril del 2024: viernes de la cuarta semana de Pascua

 

Cristo es nuestro GPS


(Juan 14, 1-6) ¡Cuán dulce es la preocupación de Cristo por sus discípulos! «No se turbe vuestro corazón”. Escuchemos esta palabra hoy, en todo lo que trastorna nuestra vida, en todas nuestras preguntas. Porque muchas veces tampoco conocemos el camino. No importa si no lo sabes, simplemente comienza. “Yo soy el Camino”, sólo necesitas estar moviéndote. Esto es vivir, avanzar hacia la verdad. ■

Colette Hamza, Javiera



(Hechos 13, 26-33) El mensaje cristiano es de salvación. Nace de una mirada de amor que se pone en el otro, surge de un corazón que, a menudo conociéndose a sí mismo, se sabe poco amigable y, sin embargo, amado por Dios, no juzga ni condena a nadie.

 


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,26-33):

EN aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
«Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo:
“Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».

Palabra de Dios

 


Salmo

Sal 2,6-7.8-9.10-11

R/. Tu eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy

«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy. R/.

Pídemelo:
te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». R/.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R/.

 


Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-6):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».


Palabra del Señor

 

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"Descendientes de Abraham" y con una morada en la Casa de Nuestro Padre del Cielo

 

Pablo continúa hoy su discurso en la sinagoga judía y les habla con especificidad de Abraham, el patriarca sublime de la fe. El apóstol quiere enfatizar en la importancia de tomar conciencia de esta descendencia. Pareciera que Pablo desea y les invita a que ellos sean verdaderos descendientes de su ancestro, el hombre de FE. Pertenecer a la raza de Abraham implicaba la obligación de corresponder al carácter, a la fe, al rango elevado de Abraham en sus tiempos, - la obligación por así decirlo de mantener vigente, sus caracteres morales.

En otra parte del Evangelio Jesús había dicho que Abraham soñaba con el día en que aparecería y o se revelaría el Mesías, el Hijo de Dios:  "Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró.» (Juan 8,56).

Pablo agrega que Dios ha llevado a su cumplimiento este proyecto iniciado con Abraham, resucitando a Jesús de entre los muertos. Así se realiza la promesa. Dios ha manifestado así su poder sobre la vida revelando al Mesías anunciado por las Escrituras. Para ayudarles a creer todo esto, Pablo citará varios salmos y textos de profetas, que son bien conocidos por su auditorio. ¡Pablo concluirá diciendo que esta Buena Noticia no es sólo para los judíos, es para todos!

En el Evangelio, les invito a profundizar en los versos 2 y 3:

En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes.

¡De vez en cuando es importante que nos enfoquemos en la gloriosa realidad del Cielo! El cielo es real y, si Dios quiere, algún día todos estaremos unidos allí con nuestro Dios Trino. Si entendiéramos correctamente el Cielo, lo anhelaríamos con un amor profundo y ardiente y lo esperaríamos con un deseo poderoso, llenos de paz y alegría cada vez que pensamos en él.

Desafortunadamente, pese a todo, la idea de abandonar esta Tierra y conocer a nuestro Creador es un pensamiento aterrador para algunos. Tal vez sea el miedo a lo desconocido, la constatación de que dejaremos atrás a nuestros seres queridos, o posiblemente incluso el miedo a que el Cielo no sea nuestro lugar de descanso final.  

Como cristianos, es esencial que trabajemos para fomentar un gran amor por el Cielo al obtener una comprensión adecuada no solo del Cielo mismo, sino también del propósito de nuestras vidas en la Tierra. El cielo ayuda a ordenar nuestras vidas y nos ayuda a mantenernos en el camino que conduce a esta eterna bienaventuranza.

En el pasaje anterior se nos da una imagen muy consoladora del Cielo. Es la imagen de la "casa del padre". Esta imagen es buena para reflexionar porque revela que el Cielo es nuestro hogar. El hogar es un lugar seguro. Es un lugar donde podemos ser nosotros mismos, relajarnos, estar con nuestros seres queridos y sentir que pertenecemos allí. Somos hijos e hijas de Dios y Él ha decidido que le pertenezcamos allí.  

Reflexionar sobre esta imagen del Cielo también debería consolar a aquellos que han perdido a un ser querido. La experiencia de decir adiós, por ahora, es muy difícil. Y debería ser difícil. La dificultad de perder a un ser querido revela que hay amor verdadero en esa relación. Y eso está bien. Pero Dios quiere que los sentimientos de pérdida también se mezclen con alegría mientras reflexionamos sobre la realidad de nuestro ser querido con el Padre en su hogar por la eternidad. Son más felices allí de lo que jamás podremos imaginar, y algún día seremos llamados a compartir esa alegría.

Reflexiona hoy sobre esta imagen del cielo: la casa de nuestro Padre. Siéntate, o arrodíllate, y piensa en esa imagen y deja que Dios te hable. Mientras lo haces, deja que tu corazón sea atraído al cielo para que este deseo te ayude a dirigir tus acciones aquí y ahora.

 

Señor del Cielo y de la Tierra, anhelo estar contigo eternamente en el Cielo. Anhelo ser consolado, consolado y lleno de alegría en Tu hogar. Ayúdame a mantener siempre esto como mi meta en la vida ya crecer, diariamente, en el deseo de este lugar de descanso final. Jesús, en Ti confío.

miércoles, 24 de abril de 2024

25 de abril del 2024: Fiesta de San Marcos Evangelista

 

Testigo de la fe

 

San Marcos.

Los primeros cristianos se reunían en Jerusalén en la casa de la familia de Marcos. Este último acompañó a Pablo y Bernabé en Asia Menor; fue intérprete de Pedro en Antioquía y luego en Roma. Su Evangelio presenta una elección de palabras y acciones de Jesús, como resumen de la catequesis primitiva. Se le atribuye la fundación de la Iglesia de Alejandría, Egipto.

 


¡Es urgente!

(Marcos 16, 15-20) Es a toda la Creación a donde Jesús envía a sus discípulos a proclamar el Evangelio. Es urgente sanar, reconciliar, conectar la Creación, convertirse en guardián de la tierra sin creerse su dueño, guardián de sus hermanos sin querer hacerse sus amos. Vámonos sin miedo, haremos maravillas en este nuevo lenguaje que reteje las relaciones con la tierra y con todos los seres vivos. ■

Colette Hamza, Javiera

 

(1 Pedro 5, 5b-14Pedro nos invita a tomar la humildad, a que la vistamos como un delantal de servicio. En efecto, los humildes encuentran siempre gracia a los ojos de Dios. A aquellos que le sirven con fidelidad en el prójimo y luchan contra el mal, el Señor promete confirmarlos, fortalecerlos y hacerlos inquebrantables en su fe.


(Pedro 5, 5b-14) Pedro nos invita a tomar la humildad, a que la vistamos como un delantal de servicio. En efecto, los humildes encuentran siempre gracia a los ojos de Dios. A aquellos que le sirven con fidelidad en el prójimo y luchan contra el mal, el Señor promete confirmarlos, fortalecerlos y hacerlos inquebrantables en su fe.

 

 

 

(Marcos 16, 15-20) Todos los días dedico unos minutos a acoger la presencia de Jesucristo a mi lado y descubrir los signos de su amor en los pequeños gestos de la vida cotidiana.

 

 


Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5,5b-14):

Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros. Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos. Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. Amén. Os he escrito esta breve carta por mano de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y atestiguaros que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos en ella. Os saluda la comunidad de Babilonia, y también Marcos, mi hijo. Saludaos entre vosotros con el beso del amor fraterno. Paz a todos vosotros, los cristianos.


Palabra de Dios

 

 

 

Salmo

Sal 88,2-3.6-7.16-17

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor


Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R/.

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? R/.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (16,15-20):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor

 

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No a la indiferencia!

 

HUMILDAD, palabra con poca publicidad en nuestros días.

Pedro invita a la humildad y no nos digamos mentiras, ella en nuestra sociedad moderna no es un valor, pues esta misma sociedad proclama que uno debe reafirmarse, tener confianza en sí mismo, !uno debe atreverse a afirmarse! Ser humilde es convertirse en un perdedor?

La humildad podría volver a ser un valor actual, ya que ella ayuda a descentrarse de sí mismo. La humildad es también aceptar depender de Dios. Ella nos permite estar atentos de los demás, ser sensibles ante su sufrimiento. ¿La humildad no será el mejor antídoto contra la indiferencia?

Por otra parte, Pedro invita a la comunidad creyente de su tiempo y a nosotros hoy a estar lúcidos, bien despiertos por qué? el mal está a la puerta. Y en cada sociedad el mal está representado de diferentes maneras. A veces la sociedad se vale de imágenes para hablar del mal. Aquí, se habla de un animal amenazante. El diablo, diábolos, en griego, es aquel que divide, sembrando el desorden. Al dividir, rompe la unidad (la armonía) y hace surgir oposiciones en lugar de paz. En este sentido, el diablo continúa actuando y por eso es necesario estar vigilantes.

San Marcos, discípulo de San Pedro y a quien festejamos hoy ha escrito el segundo evangelio con sencillez, con humildad. Su obra incipiente pero tan valiosa será fuente y base para los otros evangelistas. Marcos escribe para dar testimonio a toda la humanidad del Hijo de Dios, para que, como él, testigos de la Resurrección nos interroguemos a lo largo de la vida sobre su identidad y dar una respuesta fiel, convincente al mundo. Confiémonos a su intercesión.

 Al obedecer a Jesús El creyente está seguro de la ayuda de Dios para resistir, para perseverar en el bien. ¡Cristo ha vencido el mal!

 

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A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Marcos 16:17–18

 

 

¿Jesús quiso decir esto literalmente? Sí. Ciertamente lo hizo. Y a lo largo de la historia de la Iglesia hemos visto grandes milagros y proezas realizadas por Sus seguidores en Su nombre como Dios lo dispuso en varios tiempos y lugares. Entonces, sí, quiso decir lo que dijo.

 

Pero también hay otro nivel de significado que no debemos pasar por alto. Aunque esto no va a ser vivido literalmente por todos los que creen, se vivirá de acuerdo con un significado más profundo y espiritual. 

 

Hay cuatro cosas básicas que Jesús promete que sucederán aquí. Él promete que aquellos que tienen fe:

1) serán victoriosos sobre el maligno,

 2) se comunicarán de una manera nueva,

3) enfrentarán los peligros del mundo y serán protegidos, y

4) serán una fuente de sanación para otros.

 

Primero, el maligno es real y está constantemente tratando de asustarnos y abrumarnos. Pero, por analogía, el maligno es como un perro…que tiene un ladrido feroz y detestable, y un pequeño mordisco. El “ladrido” puede ser aterrador a veces, pero el poder de Cristo es como un zapato con punta de acero que puede manejar fácilmente esta amenaza.

 

Segundo, estamos llamados a “hablar nuevas lenguas” en el sentido de que estamos llamados a comunicar las palabras y la verdad de Dios de una manera que está más allá de nuestras habilidades naturales. Estamos llamados a hablar y comunicarnos en el lenguaje de Dios y convertirnos en Su boca para un mundo necesitado.

 

Tercero, habrá muchas luchas que enfrentaremos en esta vida. No sólo con el maligno, sino también con el mundo y nuestras propias acciones distorsionadas. Una vez más, Jesús promete la gracia para vencer los muchos peligros y luchas que enfrentaremos en la vida si se lo permitimos.

 

Por último, Jesús vino a sanar, especialmente nuestras almas, y quiere que seamos instrumentos de sanación para aquellos con quienes nos encontramos todos los días.  

 

San Marcos, a quien honramos hoy, fue un gran evangelista de Cristo. 

 

Reflexione hoy sobre el hecho de que todos estamos llamados a participar en la misión de la evangelización. 

 

Reflexione sobre estos llamados en la vida como se describe anteriormente y si uno se destaca y le habla de una manera única, escúchelo con atención. Puede ser Dios llamándole a compartir más plenamente en su misión divina.

 

 

Señor, creo y elijo dejar que me uses como un instrumento de tu gracia. Que la fe que me has dado sea también fuente de gracia para un mundo necesitado. Jesús, en Ti confío.

 

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San Marcos Evangelista
c. Primer siglo

patrón de los leones, abogados, Venecia, intérpretes y prisioneros

 

Hizo una crónica de lo que presenció el primer Papa

 


El Evangelio de Juan ofrece al lector esta breve escena posterior a la Resurrección: “Simón Pedro les dijo: 'Voy a pescar'. Ellos le dijeron: 'Iremos contigo'. Salieron y subieron a la barca…” ( Jn 21,3 ). 

El rebaño siguió por donde Pedro los guiaba. Con qué facilidad San Pedro pasa a primer plano en los Hechos de los Apóstoles. Con qué facilidad habla por toda la Comunidad de Fe. San Pedro deja incluso la dirección de la Iglesia en Jerusalén a Santiago para mostrar que no está ligado a una sola ciudad o comunidad. En cambio, Pedro camina hacia el horizonte más amplio de la evangelización, la capital del mundo: Roma. El traidor Pedro se convierte en el Papa Pedro.

Pedro era, por supuesto, un simple pescador. Es más interesante notar que no se quedó como un simple pescador. El Creció. Maduró. Dirigió. Y los líderes no tienen seguidores tanto como los que se unen. 

San Marcos, a quien conmemoramos hoy, fue uno de los más significativos de los muchos ensambladores que se desarraigaron para acompañar a Pedro en su peligrosa aventura de fundar la Iglesia.

Nada se sabe con certeza sobre los orígenes de Marcos o su juventud. No se le menciona en el Evangelio que lleva su nombre y sólo es posible el más mínimo esbozo biográfico. Lo que sí se sabe es que Marcos dejó su patria en Palestina para seguir primero a San Pablo y luego a San Pedro. 

Marcos navegó por mares peligrosos en barcos primitivos. Caminó largos trechos por tierras desoladas. Trató de convencer a los paganos empedernidos y a los romanos escépticos de que el mensaje del Evangelio era verdadero. 

Las palabras de los Hechos de los Apóstoles, las cartas de San Pablo y la Primera Carta de San Pedro ponen puntos en el gran mapa de la vida de Marcos. Sin embargo, aún quedaban muchos espacios en blanco en el medio. Marcos está viajando con Pablo en Asia Menor, luego está con Bernabé en un bote aquí, luego está con alguien más allá, y luego desaparece por varios años. Sin embargo, la evidencia dispersa termina con un claro testimonio de que Marcos se unió a Pedro en Roma. 

En la primera carta de Pedro, escrita desde la ciudad de su muerte a la Iglesia en Asia Menor, el Papa Pedro envía saludos de parte de Marcos y se refiere a él como “mi hijo”  (1 Pedro 5:13 ).

San Marcos es, por supuesto, más conocido como el autor de un Evangelio. Al igual que San Lucas y San Pablo, él no fue uno de los Doce Apóstoles y probablemente nunca conoció a Jesucristo en persona. Los eruditos creen que el Evangelio de San Marcos relata las experiencias de San Pedro, el mentor de Marcos. 

Cada Evangelio tiene sus propias fuentes, énfasis y audiencias únicas. 

Marcos escribe para los no judíos que estarían más impresionados por los milagros de Cristo que por su cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Así que en el Evangelio de Marcos se encuentran ciertos detalles coloridos que sugieren que el escritor estaba relatando las palabras de un testigo. 

Por ejemplo, en Marcos 5:41 , Jesús entra en la casa de Jairo, un líder de la sinagoga cuya hija yacía muerta. Cristo le dice: “Talitha koum”. Marcos luego le dice al lector que "Talitha koum" significa “A ti te te digo niña levántate”, presumiblemente porque sus lectores no hablaban arameo. Ningún otro Evangelio incluye este conmovedor detalle de las palabras no traducidas que salieron de la boca de Cristo ese día. Marcos también pone otras palabras arameas en los labios de Cristo: “ Ephatha ”, “ Abba ” y “ Hosanna. 

Pedro estaba allí cuando sucedió. Pedro escuchó al Señor hablar. Y Pedro estaba envejeciendo, o estaba en la cárcel, o lo amenazaban de muerte. El Evangelio que había compartido y repetido verbalmente miles de veces tuvo que ser escrito para enviarlo a otros, para preservar la exactitud de la historia o para contradecir versiones falsificadas. Y así ocurrió lentamente la progresión natural de la historia oral a la escrita. El Evangelio fue una palabra hablada antes de ser un libro, y la palabra tiene primacía sobre el libro. San Marcos el evangelista preservó para siempre la Palabra de Dios, Jesucristo, al poner por escrito las palabras de Pedro, asegurando así que los relatos de la vida de Cristo, hablados por testigos oculares, no se fueran flotando en la brisa. Consagrada la Palabra en papiro, San Marcos había cumplido su misión por los siglos de los siglos.

 

San Marcos, fuiste amigo de los Apóstoles y compartiste su compromiso de difundir la fe. Desde tu hogar en el Cielo, que fortalezcas a todos aquellos que no tienen el coraje de vivir el mensaje del Evangelio en sus propias vidas para que puedan testimoniarlo a los demás.


martes, 23 de abril de 2024

24 de abril del 2024: miércoles de la cuarta semana de Pascua

 

 

Jesús el hombre que viene de Dios

 

(Juan 12, 44-50) “Jesús el hombre que viene de Dios”, escribió el padre Joseph Moingt. Un pobre que vuelve al Padre y lo posee y que sólo tiene a sí mismo para ofrecer: su palabra, su manera de estar en el mundo sin juicio, luz para iluminar nuestros pasos vacilantes. Así, nos muestra lo que significa creer: darnos al otro y dejarle todo el espacio. Con nuestra vida vuelta hacia él, convirtámonos en iconos del Padre con Cristo. ■

Colette Hamza, Javiera


(Hechos 12, 24 - 13, 5) La Palabra es fecunda. Se multiplica. Es la obra del Espíritu Santo en nosotros. Acoger lo que se nos da es nuestra misión; así, cada persona, a su manera, se convierte en palabra de Dios.



Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,24–13,5):

EN aquellos días, la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba. Cuando cumplieron su servicio, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan, por sobrenombre Marcos.
En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Níger; Lucio, el de Cirene; Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.
Un día que estaban celebrando el culto al Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo:
«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado».
Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre.
Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 66,2-3.5.6.8

R/.
 Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben


Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (12,44-50):

EN aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Palabra del Señor

 


La unidad de Dios


EN aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado.

 

Juan 12: 44–45

 

 


Note que las palabras de Jesús en el pasaje citado arriba comienzan diciendo que “Jesús gritó…” Esta adición intencional del escritor del Evangelio agrega énfasis a esta declaración. Jesús no solo "dijo" estas palabras, Él "gritó". Por esa razón, debemos estar más atentos a estas palabras y permitir que nos hablen aún más.

 

Este pasaje del Evangelio tiene lugar durante la semana anterior a la Pasión de Jesús. Entró triunfante en Jerusalén y, luego, durante la semana, habló a varios grupos de personas mientras los fariseos conspiraban contra él. Las emociones estaban tensas y Jesús hablaba con cada vez más vigor y claridad. Habló de Su muerte pendiente, de  la incredulidad de muchos y Su unión con el Padre Celestial. En un momento durante la semana, mientras Jesús hablaba de Su unidad con el Padre, la voz del Padre habló de manera audible para que todos la escucharan. Jesús acababa de decir: "Padre, glorifica tu nombre". Y entonces el Padre habló, diciendo: "Lo he glorificado y lo glorificaré de nuevo". Algunos pensaron que era un trueno y otros pensaron que era un ángel. Pero fue el Padre Celestial.

 

Este contexto es útil al reflexionar sobre el Evangelio de hoy. Jesús desea apasionadamente que sepamos que, si tenemos fe en Él, también tenemos fe en el Padre, porque el Padre y Él son uno. Por supuesto, esta enseñanza sobre la unidad de Dios no es nada nuevo para nosotros hoy; todos deberíamos estar muy familiarizados con la enseñanza sobre la Santísima Trinidad. Pero de muchas maneras, esta enseñanza sobre la unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo debe verse como nueva y meditada de nuevo cada día.

 

Imagínese a Jesús hablándole, personalmente y con gran vigor, sobre su unidad con el Padre. Considere cuidadosamente cuán profundamente desea Él que usted comprenda este misterio divino de Su unidad. Permítase sentir cuánto quiere Jesús que usted entienda quién es Él en relación con su Padre.

 

Comprender la Trinidad con espíritu de oración nos enseña mucho, no solo sobre quién es Dios, sino también sobre quiénes somos nosotros. Estamos llamados a compartir la unidad de Dios uniéndonos a Ellos a través del amor. 

 

Los primeros Padres de la Iglesia a menudo hablaban de nuestro llamado a ser “divinizados”, es decir, a participar de la vida divina de Dios. Y aunque este es un misterio más allá de la comprensión completa, es un misterio que Jesús desea profundamente que meditemos en oración.

 

Reflexiona hoy sobre la pasión en el corazón de Jesús por revelarte quién es Él en relación con el Padre. Que estés abierto a una comprensión más profunda de esta verdad divina. Y al abrirte a esta revelación, permite que Dios también te revele Su deseo de atraerte a Su santa vida de unidad. Ésta es tu vocación. Esta es la razón por la que Jesús vino a la tierra. Vino para llevarnos a la vida misma de Dios. Créelo con mucha pasión y convicción.

 

 

Mi apasionado Señor, Tú hablaste hace mucho tiempo acerca de Tu unidad con el Padre Celestial. Hoy me hablas de nuevo sobre esta gloriosa verdad. Llévame, querido Señor, no solo al gran misterio de tu unidad con el Padre, sino también al misterio de tu llamado a mí para compartir tu vida. Acepto esta invitación y oro para volverme más plenamente uno contigo, el Padre y el Espíritu Santo. Santísima Trinidad, en Ti confío.

 

11 de mayo del 2022 : miércoles de la cuarta semana de Pascua

 

(Hechos 12, 24 - 13, 5) La Palabra es fecunda. Se multiplica. Es la obra del Espíritu Santo en nosotros. Acoger lo que se nos da es nuestra misión; así, cada persona, a su manera, se convierte en palabra de Dios.



Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,24–13,5):

EN aquellos días, la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba. Cuando cumplieron su servicio, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan, por sobrenombre Marcos.
En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Níger; Lucio, el de Cirene; Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.
Un día que estaban celebrando el culto al Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo:
«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado».
Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre.
Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 66,2-3.5.6.8

R/.
 Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben


Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (12,44-50):

EN aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Palabra del Señor

 

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El  hermano cristiano de Herodes

Seguimos avanzando en la lectura continua del llamado Evangelio del Espíritu Santo (cuyo autor es Lucas) y nos cuenta las vicisitudes, la obra y testimonio de los primeros cristianos. Hoy, posiblemente leyendo muy rápido se nos escape un detalle…Si, se nos dice que un hermano de leche del malvado virrey Herodes es un fiel discípulo de Cristo, su nombre Manahén. Justamente unos versículos antes  y en esta misma página, Lucas nos narraba el trágico final del perverso jerarca.

Vemos entonces cuan distintas son las sendas y destinos de cada hermano; mientras el primero se tomaba por Dios, su falsa gloria no le dura mucho y termina por derrumbarse y desaparecer.

En cambio Manahén, hace parte de los discípulos de Cristo, pertenece a la comunidad de Antioquía donde habían profetas y maestros. La comunidad de Cristo y Manahén,  a diferencia de Herodes, se extiende, pervive y la comunidad no deja de crecer y multiplicarse.

Alguien dice que en nuestros días en que la maldad, el relativismo y la disolución de los valores cristianos, parece se han extendido tanto que no es novedad ni es precisión ya hablar de la "oveja negra" de la familia…Es mejor preguntar ya sin tapujos: "quién es la oveja blanca? " (Quién es el Menahén con respecto a Herodes, de la familia?) Esto es lo novedoso, es lo raro hoy.

En este día y por la Eucaristía,  pidamos al Señor e invoquémosle por la intercesión  de Nuestra Madre, la Santísima Virgen María, que nos ayude a preservarnos del mal y que trabajemos por la santificación de nuestras familias, comunidades y amigos. Amén!


 

La unidad de Dios


EN aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado.

 

Juan 12: 44–45

 

 


Note que las palabras de Jesús en el pasaje citado arriba comienzan diciendo que “Jesús gritó…” Esta adición intencional del escritor del Evangelio agrega énfasis a esta declaración. Jesús no solo "dijo" estas palabras, Él "gritó". Por esa razón, debemos estar más atentos a estas palabras y permitir que nos hablen aún más.

 

Este pasaje del Evangelio tiene lugar durante la semana anterior a la Pasión de Jesús. Entró triunfante en Jerusalén y, luego, durante la semana, habló a varios grupos de personas mientras los fariseos conspiraban contra él. Las emociones estaban tensas y Jesús hablaba con cada vez más vigor y claridad. Habló de Su muerte pendiente, de  la incredulidad de muchos y Su unión con el Padre Celestial. En un momento durante la semana, mientras Jesús hablaba de Su unidad con el Padre, la voz del Padre habló de manera audible para que todos la escucharan. Jesús acababa de decir: "Padre, glorifica tu nombre". Y entonces el Padre habló, diciendo: "Lo he glorificado y lo glorificaré de nuevo". Algunos pensaron que era un trueno y otros pensaron que era un ángel. Pero fue el Padre Celestial.

 

Este contexto es útil al reflexionar sobre el Evangelio de hoy. Jesús desea apasionadamente que sepamos que, si tenemos fe en Él, también tenemos fe en el Padre, porque el Padre y Él son uno. Por supuesto, esta enseñanza sobre la unidad de Dios no es nada nuevo para nosotros hoy; todos deberíamos estar muy familiarizados con la enseñanza sobre la Santísima Trinidad. Pero de muchas maneras, esta enseñanza sobre la unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo debe verse como nueva y meditada de nuevo cada día.

 

Imagínese a Jesús hablándole, personalmente y con gran vigor, sobre su unidad con el Padre. Considere cuidadosamente cuán profundamente desea Él que usted comprenda este misterio divino de Su unidad. Permítase sentir cuánto quiere Jesús que usted entienda quién es Él en relación con su Padre.

 

Comprender la Trinidad con espíritu de oración nos enseña mucho, no solo sobre quién es Dios, sino también sobre quiénes somos nosotros. Estamos llamados a compartir la unidad de Dios uniéndonos a Ellos a través del amor. 

 

Los primeros Padres de la Iglesia a menudo hablaban de nuestro llamado a ser “divinizados”, es decir, a participar de la vida divina de Dios. Y aunque este es un misterio más allá de la comprensión completa, es un misterio que Jesús desea profundamente que meditemos en oración.

 

Reflexiona hoy sobre la pasión en el corazón de Jesús por revelarte quién es Él en relación con el Padre. Que estés abierto a una comprensión más profunda de esta verdad divina. Y al abrirte a esta revelación, permite que Dios también te revele Su deseo de atraerte a Su santa vida de unidad. Ésta es tu vocación. Esta es la razón por la que Jesús vino a la tierra. Vino para llevarnos a la vida misma de Dios. Créelo con mucha pasión y convicción.

 

 

Mi apasionado Señor, Tú hablaste hace mucho tiempo acerca de Tu unidad con el Padre Celestial. Hoy me hablas de nuevo sobre esta gloriosa verdad. Llévame, querido Señor, no solo al gran misterio de tu unidad con el Padre, sino también al misterio de tu llamado a mí para compartir tu vida. Acepto esta invitación y oro para volverme más plenamente uno contigo, el Padre y el Espíritu Santo. Santísima Trinidad, en Ti confío.

 

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